De niños, de bebés, todos tuvimos la SENSACIÓN o ILUSIÓN de un otro primario INCONDICIONAL. Por esas épocas el estado de FASCINACIÓN y ENAMORAMIENTO hacia nuestros padres o cuidadores era realmente ALUCINANTE ¡Somos el amor IDEAL para nuestros hijos! nos idealizan, somos héroes que los vamos a proteger de todo.  Ese registro AFECTIVO persiste en nuestra alma y, de adultos, la TENDENCIA INCONCIENTE es buscar y reproducir todo aquello.

 

 

El enamoramiento es eso: se activa ESO primario que les estoy relatando. Ahora bien: el amor REAL, adulto,  no resiste tal DEMANDA, la persona que está a nuestro lado no puede COMPLETARNOS y SATISFACERNOS de esa manera, el otro nos da lo que puede, desde su historia, sus miedos, sus limitaciones, carencias y potencialidades también.  La media naranja que nos completa es una fantasía que, como les decía, alguna vez sentimos tenerla. Pero para poder construir un vínculo afectivo sano y duradero no podemos cargarle al otro la responsabilidad de ser ese IDEAL que nosotros necesitamos desde nuestros núcleos infantiles. Apostemos a un amor real, incompleto, esa no falla.