Cuando te mires al espejo, preguntate si hay cierta coherencia entre tus pensamientos y tus acciones. Nada más triste que pregonar una vida o dar consejos cuando sabes íntimamente que haces lo opuesto. Somos humanos,  la coherencia total no es posible. Pero lo importante es corregir el rumbo cuando detectamos que no estamos siendo honestos con nosotros mismos.

 

Somos nuestras acciones, lo que más llegada tiene al otro son esas acciones sostenidas desde una visión del mundo. De nada sirven las palabras si después hacemos lo contrario. Entre las palabras y las acciones tiene que haber un correlato, una lógica. Sin eso, no vas a poder construir vínculos sanos, y si tenés hijos, la crianza se te va a hacer muy difícil. Por qué los niños captan con absoluta claridad nuestras contradicciones. Es lógico y esperable tener algunas, pero no todo el tiempo. Mirate al espejo, cada tato, haceme caso, preguntate como estas con estos temas, te va a hacer bien. Fijate.